América
Es ahora cuando se tiene más acceso a discusiones sobre el tema de América, sobre todo de la América Latina; revisar los puntos de vista de otros, englobar la teoría, la historia, comparar lo que expone la televisión, la internet y crear tus propios conceptos, es tarea casi imperceptible, pero se realiza; será porque ahora es cuando se habla con más énfasis de la patria, de lo nuestro, de resaltar al ser humano, de poder ver que la ganancia, el lucro, donde unos tienen mucho y otros tienen apenas como sobrevivir, no lleva a nada efectivo de crecimiento como ser humano, que es la esencia de estar vivo; sino poder, control y posesión; cada día se está más solo, vacio e incongruente. Se puede observar como una panorámica, cómo se es manejado, influenciado y alienado. Parece un despertar, sobre todo en nuestro país y en la última década.
La historia nueva, la planteada por algunos escritores y denominada “La historia negra” narra el otro punto de vista no dicho en el aula de clases hasta ahora, crea una separación incontenible de lo que se dijo, lo que se dice y lo que se cree en realidad. Éstas deben ser las facetas expuestas al mundo; estas variables parecen incontrolables ya que por años, y siglos de dominio, otros con intereses específicos se han sentado a hablar por los demás, y a planificar a futuro, no tanto sus costumbres, sus comportamientos, sino sus pensamientos; donde el poder, económico y político dictan las pautas; donde los que adolecen de estos recursos, no tienen voz, ni importancia. Esta nueva faceta de la historia forma parte de ese despertar de los pueblos.
Se puede contemplar cómo van sucediendo los hechos en la forma consecutiva en que están siendo presentados en la palestra pública, libros, revistas, conferencias, exposiciones internacionales, en salas de cine y en la tertulia familiar. Un claro ejemplo lo constituye la película venezolana, “Jericó” de Luís Alberto Lamata, la cual transcurre en los tiempos de la colonización y la conquista de América, cuando la evangelización se trasladaba como símbolo de cristiandad por un lado, y por otro, las ansias de poder y el oro que requería la corona española y los primeros habitantes ibéricos; que no desperdiciaron oportunidades para masacrar, matar y explotar a los aborígenes de las nuevas tierras. Donde los habitantes originarios eran tratados como animales, sin alma. En la película se observa la calidad ética y moral de los conquistadores, sin remordimientos y realizando crimines atroces como degollar y hasta comer seres humanos, solo por el ímpetu de necesidad y soberbia. La religión era un símbolo, un elemento que introducen los españoles como un escudo para no ser vistos como abominables, y no se viera los estragos que produjeron con su verdadera intensión, que no fue más que lograr riquezas del nuevo continente a costa de un mínimo esfuerzo. Toda la comercialización del tesoro extraído de América lo obtuvieron los españoles en base al trabajo, explotación y aniquilación de la mayoría de los habitantes de los que ellos consideraban las indias, que le servían de esclavos, sirvientes y podían utilizar sus mujeres, sus tierras y los tesoros de los cuales los aborígenes no conocían el valor. En la película la desnudez del indígena, era cosa nueva para los ibéricos y el fraile se despojó de sus vestidos y pudo compartir con ellos; como reafirmando el mensaje de “que distinto hubiese sido intercambiar culturas de manera pacífica y coadyuvar en el desarrollo de todos los seres humanos”. Se evidenció la resistencia de los habitantes indígenas a ser sometidos, ya que su vida era pacífica y su modo habitual era vivir en comunidad.
Otro ejemplo a citar es del escritor uruguayo, Eduardo Galeano, quien en su libro “Las venas abiertas de América Latina”, saca a relucir esa historia negra no contada, en el cual expone el drama que ha vivido América Latina, basado en una tarea investigativa; relatando cómo fue saqueado y explotado el continente Americano en tiempos de Cristóbal colón, los Reyes de España, Ingleses, Alemanes, Portugueses, entre otros; donde plantea la evolución de la lucha de poder, la influencia de la iglesia, la subordinación de los indios, pobres y necesitados, y el control hegemónico que ejercían y ejercen las grandes potencias contras los países denominados subdesarrollados, que no es más que el resultados de sus políticas de expansionismo y anclar sus tentáculos para llevarse los recursos minerales, petróleo, explotación agrícola y devolviendo solo migajas en contraprestación; donde siempre se ha pagado más en comprar que en recibir por lo que ellos se llevan, que no puede ser más nunca reconstruido. Cómo saquearon al Potosí, cómo aniquilaron las culturas prehispánicas, cómo se repartieron sus tierras, cómo diezmaron a la población originaria, cómo impusieron su forma de vida, cómo no contaron la historia, como sucedieron los hechos, sino con un dejo de divinidad, ya que sin ellos en la vida americana nos hubiésemos consumido en la barbarie.
En estos dos ejemplos se puede apreciar la forma en que se ha sometido a América, a saqueos, manipulaciones, y que la contraprestación, en la introducción del eurocentrismo, no es más importante que la dignidad humana; el amoldamiento del fraile a las costumbre indígenas, sirve de mensaje conciliador y a la vez incongruente, ya que por encima de la religión esta el hombre y sus necesidades. La realidad es que se posesionaron de los territorios e hicieron riquezas y poder en base a unos pobladores ingenuos e indefensos.
El producto de estas civilizaciones, no es que este moldeado y tallado, se está formando, claro, autentico, no es esta generación, ni podría ser la que viene; pero si es seguro que aquí están sembradas sus raíces fuertes, profundas, conocedoras, conscientes de quiénes son y a dónde van; donde el respeto al ser humano sea la bandera, heredero de lo que el Dios supremo nos legó, esta naturaleza, ésta tierra, de un sentimiento de amor, comprensión, de buscar lo justo, que no es lo mismo que la justicia de un papel; que no tiene nada que ver con la libertad para reprimir y controlar.
Carmen Carreño
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